Se dice que la educación es el tesoro de una sociedad. Sin embargo, sólo unos pocos países en el mundo la consideran una prioridad. Dentro de ese pequeño grupo, Finlandia propicia un modelo educativo que ha contribuido muchísimo a la proyección de marca país.
En España, el abandono escolar es del 30%, mientras que en Finlandia es del 0,2%. Por eso, convendría retomar el debate sobre el modelo educativo que nuestra sociedad, a pesar de los innumerables cambios de los últimos tiempos, sigue manteniendo.
¿Cómo transformamos el sistema para que los jóvenes puedan potenciar la capacidad creativa e imaginativa, inventar nuevos y mejores futuros, experimentar sin temor a recibir un castigo por equivocarse? ¿Cómo hacemos para que se animen a tener instinto emprendedor, a dejar atrás la idea de la seguridad para sumergirse en la movilidad laboral? ¿A qué esperamos para entender que estamos viviendo en una aldea global, con cambios globales, que necesita de mentes abiertas sin fronteras?
Cada tanto, aparecen tibias e incipientes iniciativas de cambio que impulsan la creatividad del alumno, provocando su capacidad de innovación, agudizando su don para la observación o para hablar en público. Que ayudan a recuperar el contacto necesario con las artes, incorporando nuevos idiomas a su universo lingüístico. Sin embargo, todavía son muy pocas.
El video más visto en la historia de TED es la conferencia de Sir Ken Robinson: “La escuela mata la creatividad” (2006), que está por superar los 17 millones de reproducciones. Esto comprueba que la educación siempre es un tema que genera interés.
En nueve de cada diez discusiones acerca de la educación del siglo XXI, lo que emerge con la claridad de una luz en medio de la noche es que el foco de atención no tendría que estar en los alumnos sino en los educadores.
Siguiendo el ejemplo del país nórdico, la elevada calificación académica del profesorado, principalmente en educación primaria explica el porqué de esa búsqueda constante de la excelencia. Finlandia considera que el tesoro del país son sus niños y es por eso que los ponen en manos de profesionales muy cualificados, para que la formación sea desde la base.
El futuro de la educación no debe centrarse en los datos sino en la construcción de modelos donde la prioridad sea educar con lo mejor. Comprometiendo y concientizando a todas las partes involucradas. El asunto va mucho más allá de la nuevas tecnologías, aunque éstas estén afectando el ecosistema educativo en algunos (pocos aún) países del mundo. No sólo debemos imaginar cómo aplicar los nuevos dispositivos sino cómo modelar la mezcla entre lo clásico y lo moderno. Entre aquello que ayuda desde hace más de 100 años a que nuestro conocimiento se formatee, con lo que aún no existe.
No se trata de promover una cosmovisión tan efímera como los nuevos dispositivos, que cada seis meses se renuevan y cada poco más quedan obsoletos, sino de incorporar a los docentes al liderazgo del proceso de transición entre el siglo que se fue y el que ya comenzó.
La analogía viene dada porque las tecnologías son potenciadoras, amplifican la horizontalidad y la comunicación y al mismo tiempo nuevas experiencias apuntan al modelo “one-to-one”, no de masificación sino de individualización de la educación.
En un documento titulado “Turning on mobile learning in Europe” (2012), la UNESCO examina el panorama mundial a fin de ofrecer ejemplos específicos sobre cómo las tecnologías móviles, en gran medida gracias a su disponibilidad y bajo costo, pueden ofrecer respuestas a problemas educativos concretos en diversos contextos, complementar y enriquecer la educación formal y, en general, lograr que el aprendizaje sea más accesible, equitativo y personalizado en el mundo entero.
Mientras recordamos con melancolía una época no muy lejana, donde el bolígrafo estaba prohibido en las aulas, advertimos con incredulidad cómo las tabletas empiezan a desplazar a los libros. Y también el reemplazo sistemático de los libros por las apps. Estos dos mundos sumados e integrados forman la b[generación del “pappel”.]b
El futuro de la educación no debe centrarse en los datos sino en la construcción de modelos donde la prioridad sea educar con lo mejor. Comprometiendo y concientizando a todas las partes involucradas. El asunto va mucho más allá de la nuevas tecnologías, aunque éstas estén afectando el ecosistema educativo en algunos (pocos aún) países del mundo. No sólo debemos imaginar cómo aplicar los nuevos dispositivos sino cómo modelar la mezcla entre lo clásico y lo moderno. Entre aquello que ayuda desde hace más de 100 años a que nuestro conocimiento se formatee, con lo que aún no existe.
No se trata de promover una cosmovisión tan efímera como los nuevos dispositivos, que cada seis meses se renuevan y cada poco más quedan obsoletos, sino de incorporar a los docentes al liderazgo del proceso de transición entre el siglo que se fue y el que ya comenzó.
La analogía viene dada porque las tecnologías son potenciadoras, amplifican la horizontalidad y la comunicación y al mismo tiempo nuevas experiencias apuntan al modelo “one-to-one”, no de masificación sino de individualización de la educación.
En un documento titulado “Turning on mobile learning in Europe” (2012), la UNESCO examina el panorama mundial a fin de ofrecer ejemplos específicos sobre cómo las tecnologías móviles, en gran medida gracias a su disponibilidad y bajo costo, pueden ofrecer respuestas a problemas educativos concretos en diversos contextos, complementar y enriquecer la educación formal y, en general, lograr que el aprendizaje sea más accesible, equitativo y personalizado en el mundo entero.
Mientras recordamos con melancolía una época no muy lejana, donde el bolígrafo estaba prohibido en las aulas, advertimos con incredulidad cómo las tabletas empiezan a desplazar a los libros. Y también el reemplazo sistemático de los libros por las apps. Estos dos mundos sumados e integrados forman la b[generación del “pappel”.]b
Es curioso, busqué el significado de papel y de app en rae.es:
Dice la Real Academia Española:
Papel: (del cat. paper, y este del lat. papȳrus). Hoja delgada hecha con pasta de fibras vegetales obtenidas de trapos, madera, paja, etc., molidas, blanqueadas y desleídas en agua, que se hace secar y endurecer por procedimientos especiales.
Y esto aparece cuando busqué app:
Aviso:
La palabra app no está en el diccionario.
Curioso porque "App" fue la palabra del año en 2010, según la Sociedad Americana de Dialecto. La reacción fue ir a Wikipedia…
App: Aplicación informática (del inglés application), un tipo de programa informático, incluyendo los usados por teléfonos inteligentes, tabletas, etc.
A su vez, apunta Apple sobre las Apps: “con tantas apps sobre educación, no hay límite para tus posibilidades de aprendizaje. Todas están al alcance de la punta de tus dedos”.
Existen muchas realidades. Depende si buscas en la RAE o en Wikipedia, si sos del papel o de la tecnología, si integras las visiones del pasado con las del futuro. Pero fundamentalmente, depende de si el cambio te da miedo o te alienta a avanzar.
No es sencillo crear planes para un futuro aún desconocido pero ese es el gran asunto que nos convoca. No se necesitan más datos sino otra mentalidad. Una nueva mentalidad. Existe una certeza, una evidencia: los países que no inviertan en el futuro (en los niños, en los jóvenes), no tendrán demasiadas opciones cuando ese futuro llegue.
La necesidad imperiosa de poner a la educación en el centro de las prioridades debería estar fuera de discusión. Como Finlandia.
La palabra app no está en el diccionario.
Curioso porque "App" fue la palabra del año en 2010, según la Sociedad Americana de Dialecto. La reacción fue ir a Wikipedia…
App: Aplicación informática (del inglés application), un tipo de programa informático, incluyendo los usados por teléfonos inteligentes, tabletas, etc.
A su vez, apunta Apple sobre las Apps: “con tantas apps sobre educación, no hay límite para tus posibilidades de aprendizaje. Todas están al alcance de la punta de tus dedos”.
Existen muchas realidades. Depende si buscas en la RAE o en Wikipedia, si sos del papel o de la tecnología, si integras las visiones del pasado con las del futuro. Pero fundamentalmente, depende de si el cambio te da miedo o te alienta a avanzar.
No es sencillo crear planes para un futuro aún desconocido pero ese es el gran asunto que nos convoca. No se necesitan más datos sino otra mentalidad. Una nueva mentalidad. Existe una certeza, una evidencia: los países que no inviertan en el futuro (en los niños, en los jóvenes), no tendrán demasiadas opciones cuando ese futuro llegue.
La necesidad imperiosa de poner a la educación en el centro de las prioridades debería estar fuera de discusión. Como Finlandia.
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